A medida que envejecemos, el sueño cambia, estudios muestran que, a partir de los 20 años, perdemos entre 10 y 20 minutos de sueño por cada década. Según el Dr. Bijoy John, de Sleep Fix Academy, el sueño profundo disminuye notablemente con la edad. Chris Allen, asesor en ciencia del sueño, agrega que el sueño ligero aumenta y el ritmo circadiano se adelanta, haciendo que las personas mayores se duerman y despierten más temprano.
El estilo de vida también juega un papel crucial. Abhay Sharma, de la Universidad del Sur de Florida, señala que las personas mayores, al estar jubiladas, pueden tomar siestas durante el día y ser menos activas, lo que perjudica el sueño nocturno.
Además, condiciones de salud como la diabetes, problemas cardíacos, y la apnea del sueño pueden afectar la calidad del descanso.
Para combatir estos problemas, es esencial seguir buenos hábitos de sueño:
- Mantenerse activo durante el día, incluso al estar jubilado.
- Limitar las siestas a períodos breves y realizarlas temprano en el día.
- Evitar ejercicio en la noche, ya que puede estimular el cerebro y dificultar el dormir.
- Establecer un horario de sueño regular, incluido durante los fines de semana.
- Evitar pantallas al menos una hora antes de ir a dormir, pues la luz azul puede alterar los ritmos circadianos.
Aunque el sueño en la vejez no es igual que en la juventud, hay maneras de mejorar su calidad. Ajustar las expectativas y adoptar buenos hábitos puede marcar una gran diferencia en el bienestar de los adultos mayores. Con una buena higiene del sueño y un manejo adecuado de la salud, es posible disfrutar de un descanso reparador.