¿Pueden las ratas aprender a conducir? Aunque suene sorprendente, un equipo de científicos liderado por la neurocientífica Kelly Lambert, de la Universidad de Richmond, ha demostrado que estos roedores no solo pueden manejar pequeños vehículos, sino que parecen disfrutar la experiencia al punto de preferirla sobre caminar para obtener una recompensa.
El inicio del experimento: ratas tras el volante
Todo comenzó en 2019, cuando Lambert decidió enseñar a dos ratas, Sophia y Aletheia, a conducir coches especialmente diseñados para ellas. Estos vehículos, equipados con pequeñas palancas y neumáticos indestructibles, permitían a las ratas moverse por el laboratorio persiguiendo cereales como recompensa. A medida que avanzaba el proyecto, se descubrió que los roedores no solo aprendían a manejar, sino que parecían disfrutar de la actividad.
Este experimento arrojó un hallazgo clave: las ratas que vivían en entornos enriquecidos —con juguetes, espacio y compañeros— aprendían más rápido que aquellas criadas en jaulas estándar. Este resultado reforzó la idea de que los entornos estimulantes promueven la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender nuevas habilidades.
Conducir reduce el estrés y fomenta la curiosidad
Otro descubrimiento relevante fue que las ratas que conducían activamente mostraban niveles de estrés más bajos en comparación con aquellas que eran simples pasajeras. Según Lambert, esta diferencia se debía a que conducir les daba una mayor sensación de control sobre su entorno, algo que también podría aplicarse a los humanos en ciertas situaciones.
El experimento evolucionó a lo largo de los años. Se fabricaron vehículos más sofisticados, y los científicos observaron que las ratas demostraban una curiosa preferencia por conducir en lugar de caminar hacia su recompensa. Incluso, parecían «entusiasmarse» al anticipar el momento de subirse al coche, sugiriendo que el trayecto era tan emocionante como el destino.
La segunda fase del experimento: motivación y aprendizaje
En una etapa posterior, las investigadoras Lambert y Kitty Hartvigsen implementaron un protocolo llamado Wait For It, en el que las ratas tenían que esperar antes de recibir su recompensa. Descubrieron que esta espera aumentaba la dopamina, conocida como el neurotransmisor de la felicidad, lo que se reflejaba en un comportamiento llamado cola de Straub, donde la cola de las ratas se riza en forma de S.
Además, las ratas que esperaban antes de ser recompensadas mostraron un mejor desempeño en tareas cognitivas y una mayor audacia al resolver problemas, lo que subraya el impacto positivo de la anticipación en el aprendizaje.
¿Qué prefieren las ratas: caminar o conducir?
En la fase final, se ofreció a las ratas dos opciones: un trayecto corto caminando para obtener su recompensa rápidamente o un viaje más largo en coche. La mayoría eligió conducir, lo que sugiere que no solo buscaban el cereal, sino que disfrutaban del proceso de manejar.
Implicaciones y curiosidades
Este experimento no solo es fascinante por su originalidad, sino que también abre nuevas puertas en el estudio de la neuroplasticidad y el comportamiento animal. Las ratas han demostrado que los entornos complejos y las actividades novedosas pueden mejorar significativamente el aprendizaje y la capacidad de resolución de problemas.
Aunque aún queda mucho por investigar, este proyecto confirma que incluso en los animales más pequeños, los desafíos enriquecedores pueden tener un impacto profundo en el cerebro y en el bienestar general.