“Me parece una locura que el mundo pueda considerar a una mujer de treinta y tantos como una estrella del pop”, declaró Lady Gaga la semana pasada, con la fuerza y convicción que la caracterizan. Con esa frase, no solo defendió su lugar en la industria, sino que abrió una conversación urgente sobre la edad, el talento y la manera en que la sociedad sigue juzgando a las mujeres por su apariencia antes que por su trayectoria.
La artista, que a sus 38 años continúa reinventándose y marcando tendencias, dejó claro que su carrera apenas está comenzando, y tiene razón. ¿Por qué parecería extraño que una mujer adulta domine el escenario del pop? ¿Por qué aún se espera que las estrellas femeninas “se retiren” jóvenes, mientras sus colegas masculinos son celebrados por envejecer con estilo?
Una industria que aún castiga la madurez femenina
Durante décadas, los medios han sido implacables con las mujeres que envejecen frente a cámaras. Las cantantes eran encasilladas como «divas» una vez cruzaban los 35. Las actrices eran relegadas a papeles secundarios, a menudo como madres de personajes apenas unos años menores que ellas. Las presentadoras eran reemplazadas por rostros más jóvenes, mientras sus colegas hombres permanecían en pantalla y se volvían “respetables”.
Y no se trata solo de Hollywood. Hasta los años 60, las azafatas tenían edad máxima para trabajar: 37 años. ¿El motivo? Un contrato que priorizaba su figura, estado civil y juventud por encima de su experiencia. Aunque suene arcaico, la discriminación por edad no es cosa del pasado.
Un estudio reciente de la Universidad de Liverpool (2023) reveló que las mujeres comienzan a experimentar discriminación por edad desde los 40, diez años antes que los hombres. Es una realidad que aún se repite en múltiples industrias, desde la música hasta el modelaje, el periodismo o el emprendimiento.
A pesar de todo, hay señales claras de transformación. Mujeres como Gaga están usando su influencia para cuestionar estas normas obsoletas. Kate Moss, por ejemplo, celebró recientemente su éxito como modelo a los 50 años, algo que en décadas pasadas habría sido impensable. Presentadoras de noticias mayores están llevando sus casos de discriminación ante los tribunales y logrando que se hable del tema.
Y en la industria de la belleza, cada vez hay más líderes de edad madura: desde Trinny Woodall (61) hasta Ruby Hammer (63), demostrando que el “segundo acto” profesional no solo es posible, sino potente.
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