La relación bilateral entre Estados Unidos y Colombia atraviesa su momento más tenso en años, luego de que ambos gobiernos llamaran a consultas a sus principales representantes diplomáticos, profundizando el distanciamiento entre dos países históricamente aliados.
Washington fue el primero en actuar al convocar al encargado de negocios en Bogotá, John McNamara, tras lo que calificó como “repudiables e infundadas declaraciones” de altos cargos del gobierno colombiano, según informó la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce. Aunque no se especificaron los comentarios en cuestión, la respuesta fue inmediata por parte de Colombia.
El presidente Gustavo Petro respondió llamando a consultas a su embajador en Estados Unidos, Daniel García-Peña, en un escenario donde la relación entre ambas naciones ya venía deteriorándose en los últimos meses por desacuerdos en temas como la deportación de migrantes, la política antidrogas y recientes tensiones comerciales.
Presunto complot y acusaciones de Petro
La situación se agravó tras la publicación de un reportaje del diario El País que reveló un supuesto complot para derrocar al presidente Petro, en el que estarían implicados políticos colombianos y estadounidenses. Petro acusó al ex canciller Álvaro Leyva de liderar esta presunta conspiración en complicidad con sectores de la extrema derecha y el narcotráfico.
Aunque en declaraciones previas Petro ya había denunciado un intento golpista con participación extranjera, esta nueva acusación encendió aún más la controversia diplomática.
Renuncia de la canciller colombiana agrava la crisis
La tensión política interna en Colombia también sumó un nuevo capítulo con la renuncia de la canciller Laura Sarabia, una figura clave en el gobierno de Petro. Sarabia dimitió por “diferencias” con el mandatario, sin que su salida esté directamente vinculada con la crisis diplomática. Sin embargo, la ausencia de una canciller complica aún más la posibilidad de un acercamiento con Estados Unidos.
La exfuncionaria, de solo 31 años, había sido fundamental en la campaña presidencial de Petro y se convirtió en una de las personas de mayor confianza en el gobierno. Su salida se produce en medio de desacuerdos sobre la gestión de contratos estatales y marca otro episodio en una administración sacudida por frecuentes cambios de gabinete.
EE.UU. advierte nuevas medidas
Además del llamado a consultas, el Departamento de Estado anunció que adoptará medidas adicionales para expresar su “profunda preocupación” por el deterioro de la relación bilateral, aunque reiteró que Colombia sigue siendo un socio estratégico para Estados Unidos.
Entre los puntos de fricción destacan la negativa de Colombia a extraditar a guerrilleros solicitados por la justicia estadounidense, las diferencias sobre la política antidrogas y la cercanía del gobierno de Petro a proyectos chinos como la Nueva Ruta de la Seda.
Petro ha insistido en cambiar el enfoque de la lucha antidrogas, priorizando la reducción del consumo en países desarrollados y apostando por salidas negociadas a conflictos armados internos. La decisión de Washington sobre la renovación de la certificación de Colombia como aliado antidrogas se conocerá en los próximos meses, en medio de una relación diplomática cada vez más frágil.