Una nueva tendencia, conocida como Registro de Infieles, ha tomado fuerza en redes sociales y genera preocupación por su alcance pero también curiosidad en los internautas. Aunque el fenómeno nació en Perú, su expansión por Sudamérica incluye ahora enlaces que circulan en Ecuador.
Un concepto que nació en Perú y cruzó fronteras
La iniciativa original surgió en Perú bajo el nombre “La lista negra de las girls”, un archivo colaborativo donde usuarias compartían nombres, fotografías, ocupaciones y supuestas pruebas de infidelidad de parejas o exparejas. Lo que en un inicio fue un documento privado se transformó luego en el Registro Nacional de Infieles (RNI), impulsando su viralización.
Con el tiempo, el formato llegó a otros países como Chile, México, Argentina y, más recientemente, Ecuador. Aquí la difusión se intensificó por la facilidad de replicar contenido en redes sociales.
Cómo circula el registro en Ecuador
Los enlaces que se comparten en plataformas ecuatorianas redirigen a un formulario de Google. En él, cualquier persona puede escribir acusaciones y adjuntar archivos sin verificación previa. Una cuenta de TikTok llamada “Registro Nacional de Infieles EC” también promueve el acceso, invitando a los usuarios a “funar” a personas que consideren infieles.

Riesgos legales por uso y difusión de datos
Aunque algunos defensores califican la iniciativa como una forma de “protección colectiva”, su funcionamiento plantea serias advertencias legales en distintos países de la región:
- Protección de datos personales
La divulgación de información sensible sin autorización podría infringir la Ley de Protección de Datos Personales, especialmente cuando se exponen nombres, fotos, direcciones o pruebas privadas.
- Difamación y acusaciones sin verificación
La ausencia de mecanismos para comprobar la veracidad de los señalamientos abre la puerta a difamación, un delito contemplado en varios códigos jurídicos.
Una tendencia que evidencia riesgos digitales
Aunque algunas versiones del RNI han sido eliminadas por las advertencias legales, la viralización de esta tendencia expone un problema creciente: el uso irresponsable de plataformas digitales para el escarnio público. El fenómeno plantea la necesidad de reflexionar sobre los límites entre el desahogo personal y acciones que podrían convertirse en delitos.
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