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¿Por qué sentimos que el tiempo se va volando a medida que envejecemos?

El paso del tiempo es un fenómeno universal, pero nuestra percepción de este cambia a lo largo de la vida. De niños, los días parecen eternos, pero en la adultez, los años pasan volando.

Esta sensación no es solo una impresión subjetiva; tiene raíces profundas en el funcionamiento de nuestro cerebro y en cómo vivimos nuestras experiencias.

La neurobiología detrás de la percepción del tiempo
Aunque hablamos de un «reloj interno», no existe una única región cerebral encargada de medir el tiempo. Varias áreas trabajan juntas:

La dopamina, una clave neurotransmisora, también afecta nuestra percepción. Altos niveles de dopamina hacen que el tiempo pase rápido, mientras que niveles bajos, asociados a estados depresivos, lo ralentizan.

Factores que cambian nuestra percepción temporal

Impacto de los estados mentales

La cultura, la tecnología y el tiempo
En sociedades donde la productividad y la inmediata son primordiales, el tiempo se percibe como limitado y angustiante. Por otro lado, actividades como leer, caminar o aprender algo nuevo amplían nuestra percepción temporal.
La tecnología, con sus notificaciones constantes, fragmenta nuestra atención, provocando una sensación de «tiempo perdido».

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