Un equipo multidisciplinario conocido como Project Hyperion, que reúne arquitectos, ingenieros, urbanistas y antropólogos con experiencia en instituciones como la NASA, la ESA y el MIT, se ha unido para enfrentar uno de los mayores retos de la humanidad: diseñar una nave generacional capaz de permitir el asentamiento en exoplanetas cercanos. Este proyecto es respaldado por la Iniciativa para Estudios Interestelares (i4is), una organización que busca hacer realidad la exploración y colonización espacial mediante investigaciones avanzadas.
La idea de una nave interestelar no es nueva. Desde los primeros conceptos de Robert H. Goddard y Konstantin Tsiolkovsky hasta las propuestas más recientes, como la Nave Estelar Enzmann y los estudios del Dr. Frederic Marin, la humanidad ha soñado con arcas espaciales autosuficientes. Estas embarcaciones, diseñadas para viajes que abarcarían varias generaciones, tendrían que ser autosustentables, con sistemas bioregenerativos para producir alimentos, agua y aire. Además, requerirían tecnología avanzada como propulsión de fusión y estructuras capaces de resistir los peligros del espacio interestelar, como micrometeoritos y radiación galáctica.
En este contexto, el concurso propuesto por i4is invita a los participantes a imaginar no solo la arquitectura y tecnología de la nave, sino también su estructura social. Desde la organización cultural y ética hasta la capacidad para preservar conocimiento y adaptarse a cambios generacionales, el desafío plantea cómo 1.000 personas podrían convivir durante 250 años en un hábitat cerrado. Además, el diseño debe incluir sistemas redundantes y condiciones que imiten el ambiente terrestre, como gravedad artificial y protección contra amenazas externas.
El destino final de esta misión sería un exoplaneta rocoso en un sistema cercano, como Próxima b, que habría sido preparado previamente con un ecosistema artificial. Esto reduciría la necesidad de adaptaciones genéticas para los colonos. Sin embargo, el verdadero reto va más allá del viaje físico: garantizar la sostenibilidad y la viabilidad de una sociedad que, en aislamiento total, podría ser la clave para la expansión de la humanidad hacia las estrellas.