Entrenar mientras se está enfermo genera dudas, pero la clave está en la gravedad de los síntomas. Si hay fiebre, dolor muscular o fatiga extrema, lo mejor es descansar, ya que forzar el cuerpo puede prolongar la recuperación.
El Dr. David Nieman advierte que “sudar” la enfermedad no funciona y solo empeora los síntomas. Sin embargo, si el malestar es leve, como congestión nasal o estornudos, ejercicios ligeros como caminatas pueden ser una opción sin mayores riesgos.
Hacer actividad física regularmente fortalece el sistema inmune y reduce el riesgo de infecciones, pero entrenamientos intensos pueden tener el efecto contrario. Estudios muestran que el ejercicio extremo puede suprimir temporalmente las defensas del organismo.
Retomar el entrenamiento debe hacerse de forma gradual tras una enfermedad. Expertos recomiendan empezar con movimientos suaves y aumentar la intensidad progresivamente, evitando forzar el cuerpo antes de estar completamente recuperado.
La prevención es la mejor estrategia: mantenerse activo en el día a día ayuda a fortalecer las defensas. Pero cuando la enfermedad aparece, es esencial escuchar al cuerpo y darle el descanso necesario para evitar complicaciones.