domingo, 27 julio 2025
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Seis técnicas japonesas que ayudan a la procrastinación y ser más productivo

En Japón, diversas filosofías y técnicas ofrecen herramientas para combatir la pereza y mantener la motivación. Uno de los más conocidos es el ikigai, que se traduce como «razón de ser».

Este concepto se enfoca en encontrar un propósito que te impulse a levantarte cada día, ya sea disfrutar de un pasatiempo, cuidar una mascota o aprender algo nuevo. Al conectar con lo que amas y te llena, el ikigai fomenta un bienestar duradero y una sensación de plenitud.

El kaizen propone un enfoque basado en pequeños cambios y mejoras constantes. Esta filosofía evita la presión de querer dominar algo de inmediato, lo que puede resultar frustrante. En su lugar, invita a avanzar paso a paso, celebrando cada progreso. Este método, ampliamente aplicado en la industria japonesa, demuestra que la constancia en las pequeñas acciones es clave para alcanzar grandes objetivos a largo plazo.

Otra técnica popular es el pomodoro, que divide el tiempo en bloques de 25 minutos de trabajo intenso, seguidos de descansos de cinco minutos. Este sistema no solo mejora la concentración, sino que también hace más llevaderas las tareas complejas. Alternar entre esfuerzo y pausas cortas permite mantener el enfoque por periodos prolongados y reducir el agotamiento mental.

En cuanto a los hábitos cotidianos, el hara hachi bu, originario de Okinawa, enseña a comer solo hasta sentirse un 80 % lleno. Esta práctica, además de ser saludable, evita la pesadez que muchas veces sigue a una comida copiosa, lo que puede afectar la productividad. Controlar los excesos ayuda a mantener un estado físico y mental óptimo para enfrentar el día.

Finalmente, los conceptos de shoshin y wabi-sabi completan este enfoque. El primero, que significa «mente de principiante», nos invita a abordar cada tarea con humildad y curiosidad, dejando de lado los prejuicios. Por su parte, wabi-sabi nos enseña a aceptar lo imperfecto y encontrar belleza en lo incompleto. Juntos, estos principios nos recuerdan que disfrutar del proceso y abrazar las imperfecciones puede ser igual de valioso que alcanzar la meta.