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Flechas contra tractores: expansión menonita aviva pugna en Amazonía peruana

Foto de Ernesto BENAVIDES / AFP

En la remota localidad de Masisea, en la región amazónica de Ucayali, Perú, un grupo de menonitas enfrenta serias acusaciones por parte de las comunidades indígenas shipibo-konibo. La Fiscalía Ambiental ha imputado a 44 jefes de familia por la destrucción de al menos 894 hectáreas de bosque primario, lo que podría significar penas de entre 8 y 10 años de prisión por delitos ambientales.

Este proceso podría convertirse en el primer juicio ambiental contra menonitas en América Latina, y marca un hito en el creciente debate entre modelos agrícolas foráneos y la defensa de territorios ancestrales en la Amazonía.

Foto de Ernesto BENAVIDES / AFP

Conflicto en la selva: fuego, tierras y resistencia indígena

La tensión estalló el 19 de julio de 2024, cuando miembros de la comunidad indígena de Caimito irrumpieron con machetes y arcos en una de las colonias menonitas, ordenando su desalojo y prendiendo fuego a sus instalaciones.

“Los menonitas están haciendo chacras dentro del territorio comunal (…) es un crimen ambiental”, declaró Abner Ancón, líder shipibo, quien afirma que unas 600 hectáreas de su comunidad fueron invadidas.

Por su parte, los menonitas aseguran haber comprado tierras legalmente fuera del territorio indígena y que ya estaban deforestadas. El abogado defensor Carlos Sifuentes sostiene que “no hubo invasión”.

¿Quiénes son los menonitas y por qué migraron a Perú?

Los menonitas son una comunidad protestante ultrarreligiosa de origen europeo que llegó a Masisea en 2016 desde Bolivia, en busca de nuevas tierras para agricultura y ganadería. Alegan haber migrado por la “falta de terreno” y razones ideológicas.

Hoy, unas 63 familias ocupan un enclave de 3.200 hectáreas, donde cultivan arroz y soya y crían ganado, bajo un estilo de vida autosuficiente, sin electricidad, sin mestizaje, y comunicándose en un alemán antiguo.

Según investigaciones, los menonitas han establecido más de 200 colonias agrícolas en América Latina, incluyendo Argentina, México, Bolivia y Colombia. En varios países enfrentan denuncias por deforestación sistemática.

Un menonita se prepara para transportar un cerdo Masisea, departamento de Ucayali, Perú. ERNESTO BENAVIDES / AFP

Deforestación y contraste social

El Programa de Monitoreo de la Amazonía Andina señala que los menonitas habrían deforestado al menos 8.660 hectáreas en Perú desde 2017. Aunque esta cifra representa una pequeña fracción de los más de 3 millones de hectáreas perdidas en el país en tres décadas, para las comunidades indígenas el impacto es profundo.

En contraste, Caimito, con 780 habitantes, vive sin electricidad ni agua potable, dependiendo de la pesca y agricultura a pequeña escala. Solo un pequeño comercio cuenta con paneles solares e internet.

¿Producción agrícola o crimen ambiental?

El caso pone en debate el modelo de expansión agrícola de los menonitas, que para algunos representa eficiencia y autosuficiencia, pero para otros es una amenaza a los ecosistemas amazónicos y a los derechos de los pueblos originarios.

“Compraron tierras depredadas, pero luego entran con tractores y arrasan todo”, asegura Linda Vigo, abogada de los shipibo-konibo.

El juicio que se avecina será clave para sentar precedentes sobre la responsabilidad ambiental de comunidades religiosas extranjeras en territorios indígenas y áreas protegidas.

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