El espacio exterior ya no es un territorio exclusivo para los perfiles atléticos convencionales. Este sábado por la mañana, Michaela Benthaus, una ingeniera aeroespacial alemana de 33 años, marcó un antes y un después en la historia de la exploración humana.
Benthaus despegó desde Texas en la misión NS-37 de Blue Origin, convirtiéndose en la primera persona usuaria de silla de ruedas en cruzar los 100 kilómetros de altura, el límite conocido como la Línea de Kármán.
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De un accidente de montaña a las estrellas
La vida de Michaela cambió drásticamente en 2018 tras sufrir una lesión medular en un accidente de ciclismo. Sin embargo, este suceso no frenó su curiosidad científica; por el contrario, impulsó su interés por la ingeniería aeroespacial. Aunque inicialmente dudaba si una discapacidad motriz le permitiría cumplir su sueño, la tecnología de la empresa de Jeff Bezos le abrió las puertas de la cápsula New Shepard.
“Siempre quise ir al espacio, pero nunca lo consideré algo que realmente pudiera hacer”, confesó Benthaus en entrevistas previas al lanzamiento.
10 minutos que cambiaron la ciencia
El vuelo suborbital duró aproximadamente diez minutos, alcanzando más de tres veces la velocidad del sonido. Durante el clímax de la trayectoria, Michaela y sus cinco compañeros experimentaron la microgravedad. Para gestionar su movilidad en el aire, la ingeniera utilizó una correa especial diseñada para sujetar sus piernas, permitiéndole disfrutar de la vista panorámica de la Tierra sin perder el control de su cuerpo.
Además de cumplir un deseo personal, Benthaus aprovechó el viaje como un experimento de ingeniería. Su objetivo principal fue evaluar la accesibilidad de la cabina y la efectividad de los sistemas de sujeción para mejorar la experiencia de futuros pasajeros con movilidad reducida. Para garantizar su seguridad al momento de retomar su asiento, contó con la asistencia de su amigo y exejecutivo de SpaceX, Hans Koenigsmann.
Una misión con propósito social
Más allá del logro técnico, la ingeniera utilizó esta plataforma para apoyar una causa noble. Benthaus recauda fondos actualmente para Wings for Life, una fundación dedicada a investigar curas para lesiones de la médula espinal.
Por consiguiente, su viaje no solo representa un avance en el turismo espacial, sino también una esperanza para millones de personas que buscan superar limitaciones físicas a través de la ciencia.
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