La primavera pasada, unos ingenieros de Barcelona empaquetaron el robot de inyección de esperma que habían diseñado y lo enviaron por DHL a Nueva York, Estados Unidos. Lo siguieron hasta New Hope, una clínica de allí, donde volvieron a montar la máquina ensamblando un microscopio, una aguja mecanizada, una diminuta placa de Petri y un ordenador portátil.
A continuación, uno de los…