La sal, además de ser un condimento esencial en la cocina, cumple roles importantes en el cuerpo humano. Sin embargo, un consumo excesivo de este mineral es un problema global que impacta directamente la salud pública, causando millones de muertes anuales. La clave es saber cuánto es “demasiada” sal y cómo controlarlo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que los adultos no deben consumir más de 5 gramos de sal al día, lo que equivale a aproximadamente una cucharadita rasa. Sin embargo, los datos muestran que, en promedio, las personas consumen entre 9 y 12 gramos, mucho más de lo recomendado.
El consumo de sal no solo proviene del salero, sino también de alimentos procesados, como pan, embutidos, sopas enlatadas y snacks. De hecho, más del 70% del sodio en nuestra dieta diaria está oculto en estos productos. Es crucial leer las etiquetas de los alimentos para identificar su contenido de sal.
El exceso de sal tiene efectos inmediatos en el cuerpo, como el aumento temporal de la presión arterial. A largo plazo, esta sobrecarga de sodio daña los riñones y sobrecarga el sistema circulatorio, lo que puede ocasionar graves problemas de salud, como enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Reducir la cantidad de sal en nuestra dieta puede prevenir una serie de enfermedades crónicas. Es una de las intervenciones más eficaces recomendadas por la OMS para mejorar la salud pública. Comer conscientemente y moderar el consumo de productos procesados es un paso fundamental para proteger nuestra salud.