El amor fraternal transformó la vida de Edgar P., un hombre de 48 años con enfermedad renal crónica, gracias al noble gesto de su hermana Vanessa P., quien decidió donarle un riñón. El trasplante fue realizado con éxito en el Hospital de Especialidades Carlos Andrade Marín (HCAM) de Quito, donde el paciente ahora se recupera satisfactoriamente.
Edgar, padre de tres hijos y oriundo de Tungurahua, padecía de diabetes y desde hace más de cuatro años requería diálisis. Su estado de salud lo obligó a dejar su trabajo como chofer, afectando profundamente a su familia. Su hermana menor, testigo de su sufrimiento diario, le propuso donarle uno de sus riñones. “Pensé que era una broma, pero ella me dijo: es de verdad ñaño, yo le doy mi riñón”, relató con emoción.
Tras confirmar la compatibilidad, se inició el proceso médico que culminó en una cirugía exitosa. “Ha sido un cambio excepcional. Mi hermana es como un ángel y estaré eternamente agradecido”, expresó Edgar. Por su parte, Vanessa aseguró que nunca dudó de su decisión. “Lo hice con amor y fe. Me llena de felicidad verlo caminar, comer y sonreír. Es un milagro de Dios”, afirmó.
Ambos hicieron un llamado a la ciudadanía a informarse y considerar la donación de órganos como un acto altruista que puede salvar vidas. “Hay muchas personas que esperan un riñón. Donar es dar esperanza”, subrayó Edgar.
El paciente también agradeció al personal médico del HCAM por su atención y profesionalismo. “Siento que he vuelto a nacer. Quiero retomar mi vida y recuperar el tiempo perdido con mis hijos”, dijo conmovido. Finalmente, resaltó la importancia de contar con seguridad social, que permitió acceder a un procedimiento de alto costo con atención integral.