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Mujer se divorcia luego de pedir consejos a ChatGPT sobre su matrimonio

Alexandra Bylund, una mujer sueca de 52 años, culminó su matrimonio de año y medio después de que ChatGPT la ayudara con sus problemas en su relación.

El acto es un reflejo de cómo las nuevas herramientas digitales están comenzando a influir en decisiones de vida tan cruciales.

La noticia, reportada por el diario sueco Aftonbladet, señala que Bylund acudió a ChatGPT para buscar respuestas sobre lo que estaba mal en su matrimonio. Sorprendida por la claridad y objetividad de los consejos, decidió compartirlos con su terapeuta y, a principios de julio, presentó la solicitud de divorcio.

Según sus propias palabras, es probable que se hubiera quedado en la relación de no ser por la intervención de la IA, ya que solía minimizar su propio malestar.

Este caso ha abierto un debate sobre el papel de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud mental y las relaciones personales. Alexandra, consciente de los riesgos, ha hecho énfasis en sus redes sociales sobre la importancia de no reemplazar a los profesionales.

Ella misma subraya que el uso de la IA debe ser un complemento y no un sustituto del acompañamiento de un psicólogo o terapeuta.

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¿Es seguro pedirle consejos a ChatGPT?

Aunque la historia de Alexandra tuvo un final que ella considera positivo, los expertos advierten sobre los peligros de usar la IA para este tipo de consultas. Algunos de los riesgos más importantes incluyen:

Falta de contexto y empatía: La IA no conoce la historia personal, las emociones ni las complejidades de una relación humana, lo que puede llevar a respuestas genéricas o poco acertadas.

Información desactualizada: Los modelos de IA no siempre cuentan con la información más reciente, lo que podría resultar en consejos obsoletos o incorrectos.

Riesgos de privacidad: Al compartir datos personales, los usuarios se exponen a posibles vulneraciones de su información confidencial.

Ausencia de un pensamiento crítico: La IA podría ofrecer respuestas que validan los sesgos del usuario, impidiendo una reflexión profunda sobre la situación.

El caso de Alexandra Bylund sirve como un recordatorio de que, si bien la tecnología puede ser una herramienta útil para la autoexploración, no puede ni debe reemplazar la orientación de un profesional. En temas tan delicados como la salud mental y las decisiones de vida, la experiencia humana sigue siendo insustituible.

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