Los frutos secos, esos pequeños tesoros crujientes que nos han acompañado desde siempre, son más que un simple snack. Según expertos de Verywell Health y la Fundación Nacional del Corazón de Nueva Zelanda, estos alimentos son poderosos aliados para nuestro corazón, ayudando a prevenir enfermedades cardíacas como infartos y la enfermedad coronaria.
Pero, si bien sus beneficios son claros, surge la pregunta: ¿hay una hora mágica para consumirlos y aprovechar al máximo sus propiedades?

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Lo que importa es la constancia, no el reloj
Contrario a lo que se podría pensar, la ciencia es clara: la hora del día en que se consumen los frutos secos no influye en sus beneficios cardiovasculares. Lo realmente fundamental es la regularidad y la calidad del producto. Es decir, comerlos de forma habitual y elegir versiones naturales, sin sal ni aditivos.
Sin embargo, los expertos sugieren que consumirlos en ciertos momentos puede ofrecer beneficios adicionales:
- En la mañana o a media tarde: Proporcionan una fuente de energía sostenida, ideal para esos bajones a media jornada.
- Antes de dormir: Su contenido de triptófano, un aminoácido que favorece la producción de melatonina, puede ayudar a mejorar la calidad del sueño.
Un corazón más fuerte con cada puñado de frutos secos
El poder de los frutos secos reside en su riqueza nutricional. Son una excelente fuente de grasas saludables (incluyendo ácidos grasos omega-3), vitamina E, potasio, fibra y magnesio. Estos componentes trabajan en conjunto para mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos, mantener la elasticidad de los vasos sanguíneos y reducir la inflamación crónica, factores clave para un corazón sano.
Un estudio reciente publicado en la revista Circulation demostró que el consumo frecuente de frutos secos se asocia con una reducción significativa del riesgo de infarto y muerte cardíaca.
Para incorporarlos a tu dieta, los expertos recomiendan elegir opciones como nueces, almendras, pistachos, avellanas o castañas de cajú. Puedes comerlos solos, añadirlos a tus ensaladas o mezclarlos con yogur. Pero recuerda, la clave está en moderar las porciones para evitar el exceso de calorías.

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