Beber agua es esencial, durante las comidas, no hace daño por sí misma, sin embargo, tomarla en exceso puede hacer más lenta la digestión y aumentar la sensación de hinchazón, sobre todo con platos grasos o muy abundantes.
Cómo puede influir el exceso de agua al comer
- Dilución temporal de jugos gástricos. Grandes cantidades aumentan el volumen del estómago y pueden diluir ácido y enzimas de forma transitoria. El cuerpo compensa, pero la digestión puede ir más lenta.
- Hinchazón y pesadez. Mucha agua + mucha comida = distensión. Esto favorece gases y, en personas propensas, reflujo.
- Menos masticación. Usar el agua para “empujar” bocados reduce la masticación y la acción de la saliva, clave en el inicio de la digestión.
- Vaciamiento gástrico. El agua pasa rápido al intestino. En exceso, altera el ritmo, dejando sensación de hambre temprana o digestión incompleta.
Entonces, ¿cuánto tomar en la comida?
No es necesario evitarla. Lo recomendado es pequeños sorbos y un total aproximado de 100 a 200 ml (un vaso pequeño).
El resto del día, hidrátate según sed, clima y actividad física.
Tip práctico: prioriza masticar bien, porciones moderadas y aguas a temperatura ambiente. Si tienes reflujo, gastritis o molestias frecuentes, consulta a tu médico.






