Un equipo de investigadores ha identificado un nuevo mecanismo sensorial, como un «sexto sentido», en el intestino que podría cambiar la forma en que entendemos el hambre, la saciedad y el peso corporal.
¿Qué es este «sexto sentido intestinal»?
Científicos de la Universidad de Duke han descubierto que el intestino no solo digiere alimentos, sino que también actúa como un órgano sensorial altamente especializado. A través de células llamadas neurópodos, el colon detecta la presencia de ciertas bacterias y envía señales inmediatas al cerebro. Esta comunicación ocurre por medio del nervio vago, sin necesidad de hormonas o señales químicas lentas.
El hallazgo revela una vía rápida y directa que influye en el apetito. Cuando estas células detectan proteínas bacterianas como la flagelina, activan el receptor TLR‑5 y generan una respuesta que puede reducir la sensación de hambre.
¿Qué significa esto para la salud?
El experimento, realizado en ratones, mostró que aquellos con una alteración en este sistema comieron más y aumentaron de peso, mientras que los ratones con el sistema intacto regularon mejor su ingesta. Este nuevo “sexto sentido” podría tener implicaciones clave en el tratamiento de la obesidad, el metabolismo y los trastornos relacionados con la alimentación.
Además, este mecanismo sensorial intestinal podría estar vinculado con el estado de ánimo y funciones cognitivas. Esto es, ya que forma parte del eje intestino-cerebro, una red cada vez más estudiada por la neurociencia y la microbiología.
Un nuevo enfoque para combatir la obesidad
Este descubrimiento abre la posibilidad de desarrollar terapias basadas en la estimulación de estos sensores intestinales. Futuras intervenciones podrían incluir probióticos, dieta específica o medicamentos que actúen sobre el receptor TLR‑5 o las células neurópodos, ayudando a regular el apetito desde el intestino.
La ciencia sigue confirmando que el intestino es mucho más que un órgano digestivo: es un centro sensorial que se comunica directamente con el cerebro y regula funciones esenciales como el hambre. Comprender este “sexto sentido” podría marcar el inicio de una nueva era en la medicina metabólica y neurológica.
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