En un mundo donde la ansiedad y el estrés son cada vez más comunes, un truco sorprendentemente simple se ha vuelto viral en redes sociales por su efectividad para detener los ataques de pánico: frotar un cubito de hielo en la nuca.
Esta técnica, validada por expertos en salud mental, ofrece un alivio inmediato y demuestra cómo una solución de bajo costo puede tener un impacto significativo en momentos de crisis.

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El poder del hielo: una conexión nerviosa
Los ataques de pánico, definidos por la Clínica Mayo como «episodios repentinos de miedo intenso», pueden generar una sensación abrumadora de pérdida de control. Incluso existe la creencia de estar sufriendo un ataque cardíaco.
En esos momentos, el cerebro está en estado de alarma máxima, y es ahí donde el hielo hace su magia.
Según la terapeuta Alicia McDonald, especializada en el tratamiento de la ansiedad, el frío extremo del hielo actúa como un reinicio para el sistema nervioso. La sensación intensa y repentina estimula directamente el nervio vago, una autopista de comunicación entre el cerebro y el cuerpo.
Esta estimulación le envía una señal al organismo para que inicie de inmediato un proceso de relajación, deteniendo la cadena de respuestas físicas que alimenta el ataque de pánico.

Un fenómeno de salud pública
Los ataques de pánico no son incidentes aislados. Según datos de Salud Mental España, casi la mitad de los adultos ha experimentado uno en algún momento de su vida. Además, estudios como el de la Universidad Estatal de Florida indican que estas crisis son más frecuentes e intensas en mujeres que en hombres, lo que subraya la importancia de encontrar métodos efectivos para gestionarlas.
A diferencia de muchos «remedios milagrosos» que circulan en internet, la técnica del cubo de hielo no solo es accesible y segura, sino que está respaldada por una base científica. Es un claro recordatorio de que, a veces, las herramientas más sencillas son las más poderosas para cuidar nuestra salud mental.
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