La Tierra no orbita alrededor del Sol en un número exacto de días, creando una problemática a la hora de medir el tiempo, es por ello que en este 2024 contamos con 366 días del año.
Esto significa que el calendario común de 365 días se desfase aproximadamente un cuarto de día cada año. Las civilizaciones antiguas, como los sumerios, chinos y romanos, intentaron solucionar este problema con calendarios lunares, pero estos no lograban mantener sincronización con las estaciones. En Roma, alrededor del 500 a.C., el calendario republicano consistía en 355 días, lo que llevó a la adición errática de un mes extra llamado Mercedonio para realinear las estaciones. Sin embargo, este sistema era inconsistente y causaba confusión.
La solución llegó con el emperador Julio César en el año 46 a.C., quien introdujo el calendario juliano. Este calendario tenía 365 días y añadía un día extra cada cuatro años. Aunque esto alineó mejor el calendario con el año solar, el año juliano era ligeramente más largo que el solar, acumulando un error a lo largo del tiempo.
Para el siglo XVI, el calendario juliano se había desfasado unos 10 días. Esto afectó la celebración de fechas importantes como la Pascua. Para solucionar esto, en 1582, el papa Gregorio XIII introdujo el calendario gregoriano. Este calendario ajustó el sistema de años bisiestos: un año es bisiesto cada 4 años.
Este cambio realineó el calendario con las estaciones eliminando los 10 días acumulados, y estableció una duración promedio del año de 365,2425 días, muy cercana al año solar. Como resultado, el desfase de un día completo ahora solo ocurre aproximadamente cada 3.333 años.