Durante años, expertos en salud recomendaron enfáticamente evitar el celular antes de acostarse. La razón era simple: la luz azul supuestamente suprimía la melatonina, afectando la calidad del sueño.
No obstante, una reciente investigación canadiense de la Universidad Metropolitana de Toronto (TMU) y la Universidad Laval desafía esta creencia y aporta nuevos matices a la relación entre tecnología y descanso.
El estudio, publicado en la revista Sleep Health, analizó los informes de 1.342 adultos. A pesar de la advertencia generalizada, el 45,3% de los encuestados declaró usar pantallas todas las noches.

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Resultados reportan mejor sueño
Los resultados sorprendieron a la comunidad científica. De hecho, la salud general del sueño fue similar entre quienes usaban dispositivos todas las noches y quienes se abstenían de usarlos. El grupo que reportó la peor calidad de sueño fue, irónicamente, el de quienes empleaban pantallas solo algunas noches a la semana.
Esta tendencia, que mostró que los usuarios ocasionales y habituales manifestaron una mejor salud del sueño, persistió incluso después de ajustar variables clave como la edad, el sexo biológico y los ingresos. No obstante, los investigadores sí detectaron que la frecuencia de uso de pantallas afectaba la regularidad del sueño únicamente en hombres, sugiriendo que el sexo biológico juega un papel en esta asociación.
Limitaciones en la investigación previa
La profesora Colleen Carney, coautora del estudio y especialista en trastornos del sueño en la TMU, señaló que la ciencia ha generalizado el hallazgo de forma precipitada.
Ella argumenta que muchos trabajos previos que asociaban la luz azul con la supresión hormonal se realizaron en condiciones de laboratorio poco representativas de la vida diaria y con adultos jóvenes, un grupo especialmente sensible a la luz.
«La gente aplicó los hallazgos en esta área de forma demasiado generalizada, sin prestar atención a los estudios que no muestran esa relación», sostuvo Carney. Por consiguiente, el contexto real arroja resultados muy distintos respecto al efecto de las pantallas en el descanso adulto.

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El estudio sugiere que el foco debería cambiar. El tipo de contenido consumido en el celular podría ser más relevante que el simple brillo de la pantalla.
La profesora Carney explicó que si las personas participan en actividades que dificultan dejar el dispositivo (como recibir alertas perturbadoras o consumir contenido muy emocionante), la probabilidad de perder el sueño aumenta. El doctor Alex Dimitriu, psiquiatra especialista en sueño, calificó el estudio como «fascinante» y remarcó que las pantallas son «demasiado interesantes», lo que en sí mismo puede dificultar el descanso, más allá del efecto hormonal.
Es crucial destacar que los investigadores sí advierten ser cautelosos con la exposición nocturna a la luz azul en adolescentes y jóvenes. Esto se debe a que este grupo sigue siendo más susceptible a la supresión de melatonina que los adultos mayores.
Sin embargo, en la población adulta, la influencia del smartphone en el sueño es, por ahora, un terreno de incertidumbre científica que requiere más investigación.

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