El calendario marca el 28 de diciembre como una jornada de diversión, pero la raíz de esta efeméride reside en un pasaje oscuro del Evangelio de San Mateo. Según el relato bíblico, el Rey Herodes «El Grande» ordenó una ejecución masiva de niños menores de dos años en Belén.
El monarca, consumido por el miedo a perder su poder ante el anunciado nacimiento de Jesús, intentó eliminar cualquier amenaza a su trono mediante este infanticidio.
Por esta razón, la Iglesia Católica instituyó formalmente la conmemoración para honrar a estos pequeños, a quienes la doctrina considera los primeros mártires del cristianismo. Durante siglos, la fecha mantuvo un carácter estrictamente religioso y solemne.

También puedes leer: Tylor Chase recibió ayuda de su excompañero de Nickelodeon, Daniel Curtis Lee
La transformación medieval: La «Fiesta de los Locos»
¿Cómo pasó un día de duelo a convertirse en un festival de bromas? La respuesta se encuentra en la Edad Media europea. Durante este periodo, la conmemoración cristiana comenzó a mezclarse con la «Fiesta de los Locos», una celebración pagana que permitía invertir el orden social por un día.
En este festejo, los jóvenes se disfrazaban, elegían «obispos de broma» y se burlaban abiertamente de las autoridades civiles y eclesiásticas. Poco a poco, el espíritu rebelde de estas fiestas populares se fusionó con la fecha religiosa. De esta manera, el concepto de «inocente» evolucionó de la víctima bíblica al individuo distraído que cae en un engaño o broma.
Tradiciones que cruzan fronteras
Hoy en día, esta tradición mantiene una fuerza vibrante tanto en España como en toda Latinoamérica. A pesar de los siglos transcurridos, las reglas del juego siguen siendo las mismas: el 28 de diciembre «todo se vale». Desde noticias falsas en los medios hasta bromas pesadas entre amigos, la jornada invita a la desconfianza lúdica.
En definitiva, el Día de los Santos Inocentes representa un fascinante ejemplo de sincretismo cultural. La historia demuestra cómo la humanidad puede transformar un episodio de dolor en una válvula de escape social, donde el ingenio y la risa son los protagonistas absolutos.

–






