Un episodio polémico en Bielorrusia encendió las alarmas en redes: una pareja grabó a su bebé de un año mientras lo tatuaban para participar en el concurso de un streamer que ofrecía como premio un departamento de USD 60.000.
El reto, impulsado por el influencer Andrey Burim (Mellstroy), pedía videos “creativos o impactantes” para promocionar su marca.
El video que provocó rechazo masivo
En la grabación, la madre declara que “no sabían cómo sorprender” al streamer y que viven endeudados y alquilando, mientras el menor llora durante el procedimiento. La publicación desató indignación y llegó a autoridades y colectivos de seguridad digital.

Piden investigación penal
La directora de la Liga de Internet Segura, Ekaterina Mizulina, solicitó verificar si el tatuaje es real e iniciar acciones penales de ser el caso. Posteriormente, los padres afirmaron que usaron un marcador y que el tatuaje no era permanente, pero el daño reputacional y el impacto emocional ya estaban hechos.
Marketing con riesgos: del “challenge” a la exposición extrema
El concurso de Mellstroy no exige pago: para participar, los usuarios deben incluir el logo o enlace del promotor y subir videos a TikTok o Telegram. En la práctica, miles de personas se vuelven difusores del casino online del streamer a cambio de la remota posibilidad de ganar un premio.
Expertos en seguridad digital advierten que la búsqueda de notoriedad impulsa contenidos cada vez más peligrosos, con autolesiones, destrucción de bienes o exposición de menores.
¿Qué sigue?
Mientras el influencer mantiene sus transmisiones y suma audiencia, el caso reabre el debate sobre:
- Protección de la niñez en contenidos virales.
- Responsabilidad de marcas, plataformas y creadores.
- Límites legales de los concursos “sin control” que incentivan conductas de riesgo.






