La música ecuatoriana se viste de luto. La inconfundible voz de Paulina Tamayo se apagó a los 60 años. La información la confirmó la cuenta oficial de la artista, donde fue despida con un emotivo mensaje: «Nos deja un legado que vivirá por siempre. Su voz queda en el corazón de todo un país. Gracias por tanto, eterna Paulina».
La inesperada pérdida tomó por sorpresa a miles de seguidores y a toda la esfera artística nacional. Las redes sociales se inundaron inmediatamente de mensajes de afecto y nostalgia.
Comentarios como «la extrañaremos mucho» y «gracias por tanto cariño y recuerdos» demuestran el profundo impacto que Paulina Tamayo dejó en sus fanáticos.
Al momento, los detalles sobre la causa de su fallecimiento no se han revelado, mientras un país entero recuerda con gratitud a una de sus más grandes figuras musicales.

Paulina Tamayo: Un legado que vivirá para siempre
La artista, cuya voz se convirtió en la banda sonora de Ecuador, mostró su destino en la música desde una edad increíblemente temprana, impulsada por una herencia familiar ligada a la composición.
La pasión por los escenarios y la música la heredó de su madre, María Luisa Cevallos Paladines, cuyo linaje la conecta directamente con el compositor ecuatoriano Víctor Manuel Valencia Nieto.
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La infancia de una estrella
La carrera de Paulina Tamayo comenzó mucho antes de que la mayoría de los niños aprendan a leer. A los 5 años, la futura estrella ya demostraba un talento arrollador al participar en el concurso «Artista Profesional» de Radio Éxito en Quito.

Tamayo no solo participó, sino que ganó el primer lugar, un triunfo que rápidamente la catapultó a un festival internacional que reunía a aficionados de Ecuador y Colombia. En ese certamen, siendo la única niña, se llevó el codiciado Rumichaca de Oro, un trofeo que, según recordaba la cantante, era «más grande que yo».
A los 6 años, Paulina ya no se consideraba una niña que simplemente cantaba; la industria y el público la reconocían como una artista profesional. Su ascenso no se detuvo: a los 12 años, tras triunfar en un festival de juventudes en Acarigua, Venezuela, comenzó a grabar discos. Desde ese momento, Paulina Tamayo forjó una trayectoria imparable que la convirtió en la voz más respetada del folclore y la música nacional.
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