La siesta puede ser una buena alternativa para compensar las pocas horas de descanso, siempre y cuando se la realice de forma adecuada, caso contrario puede impactar a la hora de conciliar el sueño por la noche.
Si se hace de forma correcta, favorece la memoria, estimula la creatividad, brinda beneficios cardiovasculares, favorece la función cognitiva, despeja la mente y la hace más productiva. Si se hace mal, puede producir malhumor, letargo, sensación de aturdimiento y dificultades para conciliar el sueño a la noche.
Según la doctora Yomaly Almonte, médica psiquiatra, máster en Fisiología y Medicina de Sueño, el sueño compensatorio puede ser beneficioso para recuperarse, sin embargo, lo ideal es mejorar o regular los hábitos de sueño diariamente, para lograr el buen funcionamiento de la salud.
Investigadores afirman que una siesta corta después del almuerzo puede aumentar el estado de alerta y mejorar la función cognitiva sin interferir con el sueño nocturno. Estos descansos cortos permiten que el cerebro se despeje sin entrar en un sueño profundo, lo que permitirá despertarse con energía.
De la misma manera, los investigadores aclararon que una siesta prolongada es menos eficaz para contrarrestar la disminución en el estado de alerta y el declive de las funciones cognitivas. Es posible que esto sea a causa de la inercia del sueño que produce.
Recomendaciones para una siesta ideal:
- Siesta corta (15-30 minutos): Aumenta la alerta y mejora el estado de ánimo sin afectar el sueño nocturno.
- Siesta larga (90 minutos): Permite completar un ciclo de sueño, esto puede ser beneficioso para la consolidación de la memoria.
- Siesta intermedia (40-60 minutos): Puede inducir un sueño profundo y provocar aturdimiento al despertar.
Estudios realizados por la NASA y la Junta de Seguridad en el Transporte de EEUU concluyeron que una siesta de 26 minutos mejora el rendimiento en un 34% y el estado de alerta en un 54%.
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