Un reciente estudio presentado este martes, 25 de marzo de 2025, en la reunión de la Sociedad Estadounidense de Química encendió las alarmas al revelar que los chicles liberan cientos de microplásticos directamente en la boca al ser masticados.
Aunque los científicos se muestran cautelosos sobre su efecto en la salud humana, la investigación destaca una nueva vía de ingreso de estas partículas al organismo.
Los microplásticos —fragmentos de menos de cinco milímetros— ya han sido detectados en el aire, el agua, los alimentos y hasta en tejidos sintéticos y cosméticos. Ahora, el chicle se suma a la lista de productos cotidianos que podrían estar contribuyendo a esta exposición.
El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), quienes analizaron la saliva de una estudiante de doctorado tras masticar siete piezas de chicles de diez marcas distintas. El resultado: un solo gramo de chicle liberó en promedio 100 microplásticos, y en algunos casos, más de 600. Considerando que un chicle promedio pesa 1,5 gramos, una persona que consume alrededor de 180 chicles al año podría ingerir hasta 30.000 microplásticos.
«No quiero alarmar a la gente», señaló Sanjay Mohanty, autor principal del estudio, quien explicó que el objetivo era visibilizar una vía poco explorada de exposición a estas partículas.
Aunque hasta ahora no se ha comprobado una relación directa entre los microplásticos y problemas de salud en humanos, ya se han encontrado rastros de estas partículas en órganos como pulmones, riñones, sangre e incluso en el cerebro.
¿Qué contiene realmente el chicle?
La investigación también abordó los ingredientes del chicle moderno. La mayoría de los productos que se venden en supermercados son del tipo «sintético» y están elaborados con polímeros derivados del petróleo para darles su textura masticable. Sin embargo, los envoltorios no mencionan estos componentes, limitándose a indicar «goma base».
“Nadie le dirá cuáles son los ingredientes”, advirtió Mohanty. Incluso los chicles considerados “naturales”, elaborados con polímeros de origen vegetal como la savia de los árboles, también liberaron microplásticos.
Además, se descubrió que la mayor liberación de partículas ocurre durante los primeros ocho minutos de masticación.
Llamado a la transparencia
David Jones, investigador de la Universidad de Portsmouth, quien no participó en el estudio, aseguró que los hallazgos no le sorprenden, aunque sí cuestionó la posible presencia de plásticos inusuales que podrían provenir de otras fuentes, como el agua consumida durante el experimento.
La empresa Wrigley, el mayor fabricante de chicles a nivel mundial, fue contactada por la agencia AFP para conocer su postura, pero no respondió.
Aunque el estudio aún no ha sido publicado oficialmente, ya ha sido sometido a revisión por parte de otros expertos. Mientras tanto, los investigadores hacen un llamado a la transparencia en la industria y al análisis más profundo de los productos que consumimos diariamente.