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Kathy Kleiner, una de las sobrevivientes que Ted Bundy intentó matar

Kathy Kleiner Rubin es una mujer que probablemente no conocías, pero que sobrevivió a los ataques de Ted Bundy, uno de los asesinos más temidos en Estados Unidos.

Kleiner a la edad de 12 años fue diagnosticada con lupus, una enfermedad autoinmune crónica, por lo que durante años estuvo en tratamientos de quimioterapia. En 1978, luego de varios años cerca de la muerte por dicha enfermedad, estando en la universidad del Estado de Florida, Ted Bundy habría ingresado a esta. Esa fue una de las noches más aterradoras de su vida, pues dos de sus compañeros de la residencia murieron, y su compañera de cuarto y ella resultaron gravemente heridas.

Kleiner se prometió no hablar del tema, tanto que su hijo nunca supo que ella sufrió dicho ataque, hasta él cumplió 37 años.

Gracias a la colaboración de Emilie Le Beau Lucchesi, Kathy Kleiner escribió un libro llamado A Light in the Dark: Surviving More than Ted Bundy (“Luz en la oscuridad: sobreviviendo a más que Ted Bundy).

Su vida universitaria y el ataque

Luego de su vida colegial, Kathy optó por ir a la Universidad del Estado de Florida (FSU), en Gainsville, el cual la mantenía alejada del ala materna. “Quería ir a fiestas y estudiar un poco, hacer nuevas amistades y simplemente disfrutar lo que hace una estudiante de primer año cuando va a la universidad”.

Kathy, luego de su espectacular primer año en la universidad, se unió a una sororidad llamada Chi Omega, la cual solía realizar actividades conjuntas y vivían en el mismo sitio.

“Era una casa grande. Teníamos un comedor completo, una sala de estar formal y una enorme sala de recreo que tenía un gran sofá y televisión”, contó Kathy, incluso esta casa contaba con 30 dormitorios. También cuenta que este sitio siempre se mantuvo con una energía positiva, tanto que se sentía como un lugar seguro, sin embargo en la casa, la cerradura de la puerta principal estaba rota.

En aquel entonces Estados Unidos estaba siendo azotada por una ola de asesinatos a mujeres, por el criminal conocido, Ted Bundy. Para Kleiner, esta no era una preocupación, pues esto ocurría lejos de donde estaba, incluso no tenía noción de quien era Ted Bundy. Esto cambio el 14 de enero de 1978.

Kleiner cuenta que ese día festejo la boda de una pareja de amigos, pero durante la celebración recordó que dos días después tenía un examen importante por lo que debía descansar.

Al rededor de las 11:30 pm Kathy y su compañera debían dormir. Horas más tarde escucharon cómo una persona entraba al vestíbulo por la puerta con el cerro roto, y luego subía las escaleras. Kleiner recuerda como el sujeto, sin identificar en ese instante, poseía un leño, el cual usó para atacar a una de sus compañeras de la sororidad, Margare Bowman. Posteriormente la estranguló y la mató.

Lisa Levy, otra de sus compañeras que se encontraba descansado con la puerta abierta de su cuarto fue también atacada con el mismo leño, para posteriormente morderla (cabe recalcar que estas cuentas como huellas digitales, las cuales ayudaron posteriormente a ubicar al asesino)

Su acto criminalístico no terminó ahí, pues después de las otras víctimas, Bundy se acercó al cuarto de Kathy, en el cual ella y su compañera se encontraban durmiendo, sin tener la menor idea de lo que les esperaba. El ruido producido por el roce de la puerta contra la alfombra ayudó a que ellas despertaran.

“Estaba sentada (en la cama) mirando y no sé qué es, pero veo una silueta, una sombra de alguien justo al lado de mi cama. Mientras miraba, él levantó el brazo por encima de su cabeza y tenía un tronco en la mano”, cuenta.

“Era el mismo tronco con el que había matado a Margaret y Lisa”. El trozo de tronco que Ted Bundy había utilizado con las otras víctimas, fue con el que atacó a Kathy, golpeándola en el rostro y rompiendo su mandíbula en tres partes, por lo que no podía gritarle a su compañera.

Justo en el momento en el que Ted Bundy se acercaba a Kathy a matarla, una luz que entraba por la ventana de su cuarto, iluminó toda la habitación. Kleiner cuenta que, “Eran las luces de un automóvil que traía a casa a una de las ‘hermanas’ de una cita”. Luego de esto Bundy corrió por la casa para escapar de la escena del crimen, pero, a pesar de que desapreció de la escena del crimen, la chica que regresaba de su cita, lo vio.

“Sentí como dagas y cuchillos en mi cara y tenía que sostener mi barbilla”. Sus compañeras al ver esto llamaron al 911 por ayuda.

Kathy recuerda que la colocaron en una camilla y la bajaron por una escalera de madera, sintiéndose como si estuviera en un trance. Observaba las luces parpadeantes de los vehículos de emergencia y escuchaba el sonido de las radios policiales, lo que le daba la impresión de estar en un carnaval.

Le trataron las heridas y controlaron la hemorragia antes de llevarla al quirófano para intervenir su mandíbula fracturada. Pasó seis semanas en el hospital, alimentándose a través de una pajita. A pesar de las graves lesiones, Kathy estaba resuelta a sanar tanto física como emocionalmente. Sin embargo, primero tendría que enfrentarse a su agresor en un juicio en julio de 1979.

El Juicio

Poco después de asesinar a Margaret Bowman y Lisa Levy, y de herir gravemente a Kathy y a su compañera de cuarto, Ted Bundy se dirigió al centro de Florida, donde secuestró y asesinó a Kimberly Leach, una niña de 12 años. Unos meses después, finalmente fue capturado por las autoridades.

Kathy testificó en el juicio, describiendo el ataque mientras Bundy la miraba con una actitud desafiante. Aunque no pudo identificarlo con seguridad, su declaración, junto con otras pruebas y testimonios, contribuyeron a la condena del criminal.

El jurado encontró a Bundy culpable de dos asesinatos y tres intentos de asesinato tras menos de siete horas de deliberación. Eventualmente fue juzgado y condenado por otros crímenes, y su sentencia de muerte se cumplió una década más tarde. Durante ese tiempo, Kathy se casó, tuvo un hijo, se divorció y volvió a casarse.

Bundy fue ejecutado en enero de 1989 en Florida. Kathy rechazó asistir a la ejecución, pero la vio en las noticias de televisión. No pudo creerlo hasta que vio el coche fúnebre salir de la prisión, y lloró por todas las víctimas de Bundy.

A pesar de que Bundy ha sido retratado como un personaje carismático y astuto en libros, documentales y películas, Kathy lo ve como el verdadero criminal que fue. Recuerda que Bundy tenía comportamientos anormales desde joven, como hacerle daño a los animales y a otros niños, algo que ella considera claramente fuera de lo normal.