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Tuvalu inicia la primera migración climática del mundo por el avance del mar

Tuvalu, una pequeña nación del Pacífico Sur conformada por nueve atolones, está tomando una decisión sin precedentes: iniciar una migración climática planificada para salvar a su población del inminente avance del mar. El cambio climático ha convertido al país en símbolo global de vulnerabilidad ambiental, y las autoridades no han esperado a que el agua lo consuma por completo.

Según proyecciones científicas, gran parte del territorio de Tuvalu podría quedar sumergido antes de 2050 si el nivel del mar sigue aumentando al ritmo actual. Dos de sus atolones ya están completamente bajo el agua, y la salinización de los suelos ha hecho casi imposible la agricultura. Además, las marejadas ciclónicas y la erosión están afectando viviendas, hospitales y escuelas.


El tratado que abrió una puerta hacia Australia

Frente a este escenario crítico, Tuvalu firmó un tratado bilateral con Australia llamado Falepili Union, que permite reubicar hasta 280 tuvaluanos por año en territorio australiano como residentes permanentes. Esta medida busca preservar no solo vidas, sino también la identidad cultural del pueblo tuvaluano, que corre el riesgo de desaparecer con su tierra natal.

El acuerdo garantiza el acceso a salud, educación y empleo a quienes migren, ofreciendo una alternativa digna frente a una situación límite. Hasta la fecha, más del 30 % de la población ha solicitado integrarse al programa, lo que demuestra la urgencia y la gravedad de esta crisis climática.


Tuvalu: un pequeño país frente a una gran amenaza

Tuvalu se ha convertido en el primer país del mundo en adoptar un plan de migración por motivos ambientales de manera oficial. Este precedente podría influir en otras naciones insulares del Pacífico y del Caribe. De hecho, están igualmente expuestas al aumento del nivel del mar, como Kiribati, Maldivas o las Islas Marshall.

Mientras tanto, organizaciones internacionales y expertos en cambio climático observan con atención el caso tuvaluano como un modelo emergente de justicia climática. En él, los países industrializados podrían tener la responsabilidad de acoger a quienes padecen las consecuencias de un calentamiento global que no provocaron.

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