La Navidad no se vive igual en todos los rincones del planeta. Cada país mezcla religión, historia y cultura popular para crear rituales que, vistos desde fuera, pueden parecer muy extraños.
En algunos lugares la fiesta se asocia a comidas poco habituales. Otros cambian el trineo por patines o decoran el árbol con telarañas en vez de con luces brillantes. Lo que para una familia es tradición de toda la vida, para otra se siente como algo sacado de una película.
Para Ecuador y América Latina, conocer estas costumbres resulta interesante por varias razones: hay muchas familias migrantes, viajes de turismo en diciembre y, además, sirve para entender cómo evoluciona la Navidad en un mundo global.

Navidades sobre ruedas, cubos de pollo y rábanos gigantes
En Caracas, Venezuela, existe una tradición muy particular: ir a las misas de aguinaldo… ¡en patines! Durante varios días de diciembre se cierran algunas calles temprano en la mañana para que la gente pueda llegar rodando hasta la iglesia con seguridad. Muchos niños incluso amarran un cordel al dedo del pie y lo dejan colgando por la ventana, para que los patinadores lo tiren al pasar y los despierten.
En Japón, buena parte de las familias asocia la cena de Nochebuena con un balde de pollo frito de una famosa cadena de comida rápida. No se trata de una costumbre religiosa, sino de una campaña publicitaria lanzada en 1974, conocida como “Kurisumasu ni wa Kentakkii” (“Kentucky for Christmas”). Con el tiempo, muchas personas empezaron a reservar con semanas de anticipación su menú navideño con pollo, pastel y bebida, hasta convertirlo en una tradición nacional.
Más al norte del continente, en Oaxaca, México, el espíritu navideño se expresa de forma muy creativa con la Noche de Rábanos, cada 23 de diciembre. Agricultores y artesanos tallan enormes rábanos para recrear escenas de la Natividad, figuras de animales y paisajes típicos. La ciudad organiza un concurso, se entregan premios en dinero y muchas de estas esculturas vegetales terminan decorando las mesas de las cenas navideñas.
Aunque suenen raros desde Ecuador, estos ejemplos tienen algo en común: juntan fe, fiesta y creatividad para marcar el inicio oficial de la temporada navideña en cada lugar.
Troncos que botan regalos, monstruos y otros personajes
En la región de Cataluña, España, los niños esperan cada diciembre a un personaje de madera muy querido: el Tió de Nadal, también conocido como Caga Tió. Se trata de un tronco al que le pintan una cara sonriente, le ponen patitas y un gorro rojo. Desde el 8 de diciembre lo “alimentan” cada noche con frutas o galletas y lo cubren con una manta para que no pase frío. El 25 de diciembre, la familia se reúne para golpear el tronco con un palo mientras canta canciones tradicionales, y al levantar la manta aparecen dulces y pequeños regalos.
En países como Austria y parte de Alemania, la época navideña también tiene un lado oscuro con la figura de Krampus, un ser peludo y con cuernos que acompaña a San Nicolás. Mientras el santo reparte regalos a los niños que se portaron bien, Krampus recorre las calles para asustar a los traviesos, con desfiles llenos de disfraces, máscaras y campanas.
Otros lugares prefieren personajes menos aterradores. En Italia la Befana, una anciana que vuela en escoba, lleva dulces o carbón a los niños la noche del 5 al 6 de enero, día de la Epifanía. Y en Islandia se habla de los Yule Lads, trece seres que bajan de la montaña y dejan regalos (o papas) en los zapatos de los niños durante los días previos a Navidad.
Esto demuestra cómo cada cultura adapta la Navidad a su propio folclore. El resultado son celebraciones que pueden parecer extrañas, pero que transmiten historias muy antiguas sobre premios, castigos y magia invernal.
Telarañas de la suerte, escobas escondidas y qué podemos aprender
En Ucrania, muchos árboles de Navidad se decoran con arañas y telarañas artificiales. Esta costumbre nace de una leyenda en la que una familia pobre no podía comprar adornos. Durante la noche, unas arañas cubrieron el árbol con finos hilos que se convirtieron en plata y oro al amanecer. Desde entonces, las telarañas simbolizan buena suerte y prosperidad, y se elaboran con papel, metal o cristal para colgarlas de las ramas.
En Noruega, algunas familias esconden todas las escobas de la casa en la noche del 24 de diciembre. La tradición cuenta que las brujas y los malos espíritus salen a volar en Nochebuena y podrían robarlas como medio de transporte. Para evitarlo, los noruegos guardan las escobas en armarios y rincones donde nadie las vea.
Vistas desde Ecuador, estas tradiciones pueden parecer raras, pero también dan ideas. Sirven para trabajar la tolerancia cultural en escuelas, inspirar actividades temáticas en barrios o incluso crear nuevas dinámicas familiares para quienes tienen parientes viviendo en otros países.
Si alguien en la familia vive en Venezuela, España o Estados Unidos, por ejemplo, conocer sus costumbres navideñas ayuda a sentirlos más cerca. También puede motivar a los ecuatorianos que viajan en diciembre a buscar estas experiencias en vivo y compartirlas luego en casa.







