La repentina y trágica muerte de Liam Payne, exmiembro de One Direction, ha dejado un vacío inmenso, pero también ha puesto en el centro de atención la considerable fortuna que deja a su hijo, Bear Gray Payne, de siete años, fruto de su relación con la cantante Cheryl Cole.
Payne, que alcanzó el éxito mundial con One Direction y luego como solista, acumuló una notable fortuna, estimada en 70 millones de dólares. Parte importante de este patrimonio proviene de su carrera musical, además de proyectos paralelos como su participación en campañas de moda con marcas de renombre y su incursión en el arte digital.
La mayor parte de esta fortuna será destinada a Bear, tal como Payne había expresado en entrevistas anteriores, afirmando que su prioridad siempre fue asegurar el bienestar de su hijo. “Todo lo que he construido es para él”, declaró en una ocasión.
Entre los activos más valiosos de Payne se encuentran dos residencias de lujo: una en Malibú, California, y otra en Surrey, Inglaterra, esta última valorada en 8,5 millones de dólares, equipada con comodidades como una piscina y cancha de tenis.
El legado que deja a Bear no es solo financiero, sino también la posibilidad de heredar empresas y proyectos que Payne había creado con la esperanza de que su hijo pudiera administrarlos en el futuro.