La final de la Copa Libertadores comenzó con un giro inesperado, cuando a los 30 segundos Botafogo se quedó con uno menos. Gregore, con un pie arriba, impactó en el rostro de Fausto Vera, quien quedó tendido en el suelo, sangrando. El árbitro Facundo Tello no dudó y mostró la tarjeta roja al jugador del Fogao, lo que cambió por completo el rumbo del partido.
A pesar de la desventaja numérica, Botafogo logró resistir el embate del Atlético Mineiro y encontró la oportunidad de abrir el marcador a los 35 minutos. Thiago Almada hiló una jugada magistral que culminó con un rebote convertido por Luiz Henrique, quien puso el 1-0. Justo antes del descanso, el árbitro revisó una falta de Éverson sobre Henrique en el VAR y sancionó un penal. Alex Telles lo ejecutó con precisión para el 2-0.
El segundo tiempo arrancó con un cambio de aire para el Atlético Mineiro. A los pocos minutos, Hulk ejecutó un preciso tiro de esquina que encontró a Eduardo Vargas solo en el área, y el chileno cabeceó al gol para descontar. Con este tanto, el Galo parecía revitalizado y, tras tres cambios de Gabriel Milito, se acercaba a la remontada.
Botafogo optó por replegarse y esperar el momento adecuado para defender su ventaja. Atlético Mineiro tomó el control del balón y buscó la portería rival, pero la sólida defensa del Fogao, junto con las intervenciones de su arquero John, frenaron los ataques más peligrosos. A pesar de los esfuerzos de Hulk, Deyverson y Vargas, el Galo no pudo marcar.
Ya en los últimos minutos, Júnior Santos sentenció la final con una jugada individual por la banda que culminó con el 3-1. De esta manera, Botafogo selló su primer título de Copa Libertadores en la historia del club, logrando una victoria histórica y merecida.