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A los 101 años falleció Russell M. Nelson, líder de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Con profundo pesar, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días anunció el fallecimiento de su presidente, Russell M. Nelson, ocurrido el sábado 27 de septiembre de 2025, poco después de las 10:00 p.m. MDT en su hogar en Salt Lake City, Utah. Tenía 101 años, convirtiéndose en el presidente de mayor edad en la historia de la Iglesia.

El presidente Nelson, recordado por su carácter afable y liderazgo transformador, fue descrito por sus familiares y colegas como un “médico amado” y un siervo fiel.

Su vida en la Iglesia

Russell M. Nelson fue llamado como Apóstol el 7 de abril de 1984 y, tras décadas de servicio, asumió como presidente de la Iglesia el 14 de enero de 2018. Durante su tiempo como profeta, marcó un período de grandes cambios y expansión mundial.

📍 Visitó 32 países y territorios de Estados Unidos, reuniéndose con miembros y líderes de todo el mundo.
📍 Anunció la construcción de más de 200 templos, lo que representó un crecimiento sin precedentes en la historia de la Iglesia.
📍 Impulsó ajustes organizacionales y doctrinales para reforzar el enfoque en Jesucristo como centro de todas las enseñanzas y prácticas.

Su liderazgo será recordado por la cercanía con los fieles, la visión de futuro y el fortalecimiento de los lazos interreligiosos.

Carrera médica: un pionero de la cirugía cardiaca

Antes de dedicar su vida al servicio eclesiástico, Nelson fue un reconocido cardiocirujano. En 1955 realizó la primera cirugía a corazón abierto en Utah y llegó a efectuar más de 7.000 operaciones en su carrera.

Entre sus contribuciones más destacadas está el desarrollo de una máquina cardiopulmonar artificial, lo que representó un avance crucial para la medicina moderna. Su prestigio lo llevó a presidir importantes asociaciones médicas, como la Sociedad de Cirugía Vascular y la Asociación Médica del Estado de Utah.

En 1972, su fe y profesión se unieron cuando aceptó la cirugía de alto riesgo del entonces Apóstol Spencer W. Kimball, quien posteriormente se convertiría en presidente de la Iglesia.

Una vida dedicada a la familia

El presidente Nelson se casó en 1945 con Dantzel White, con quien tuvo diez hijos. Ella fue, según él, “el corazón del hogar”. Tras su fallecimiento en 2005, Nelson se casó en 2006 con Wendy L. Watson, profesora universitaria de terapia familiar y matrimonio, quien lo acompañó en sus últimos años y en sus viajes ministeriales.

A Nelson le sobreviven ocho de sus diez hijos, 57 nietos y más de 167 bisnietos, quienes lo recuerdan como un padre presente y un hombre que enseñaba con el ejemplo.

Un hombre de fe y conocimiento

Además de su carrera médica y su liderazgo espiritual, Nelson fue un apasionado de los idiomas: hablaba o comprendía al menos 11 lenguas, lo que le permitió acercarse más a las comunidades internacionales.

Durante su ministerio, se destacó por sus esfuerzos de acercamiento con líderes religiosos y políticos. Entre sus encuentros más relevantes se incluye su visita al Papa Francisco en 2019 y su relación con la NAACP en Estados Unidos, fortaleciendo puentes de respeto y colaboración interreligiosa.

Palabras de despedida

El presidente Dallin H. Oaks, su consejero en la Primera Presidencia, lo recordó con estas palabras:

“Todos los que hemos trabajado con Russell M. Nelson nos hemos maravillado de su extraordinaria modestia, pese a sus grandes logros. Él es la persona más amable y dulce con la que uno podría relacionarse, y siempre se le recordará de esa manera”.


Legado y sucesión

El fallecimiento de Russell M. Nelson marca el fin de una era en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Su legado combina la ciencia, la fe y un ministerio global de profundo impacto.

El Cuórum de los Doce Apóstoles será el encargado de elegir formalmente a su sucesor tras los funerales, cuyos detalles se darán a conocer en los próximos días.

Mientras tanto, millones de miembros alrededor del mundo lo despiden con gratitud y cariño, reconociendo su vida dedicada a sanar corazones, física y espiritualmente.