Durante años, las fotos de Kirill Tereshin, el joven ruso apodado el “Popeye ruso”, dieron la vuelta al mundo por el tamaño descomunal de sus bíceps. Su objetivo era claro: llamar la atención, parecerse al personaje de dibujos animados y convertirse en un fenómeno en redes.
Para lograrlo, recurrió a una mezcla peligrosa de vaselina y synthol, que le permitió aumentar de forma artificial el volumen de sus brazos. Sin embargo, esa decisión lo tiene hoy frente a un escenario crítico: una infección severa, tejidos destruidos y la posibilidad real de perder ambos brazos.
¿Qué promete o en qué consiste?
La historia de Tereshin comenzó a hacerse viral alrededor de 2017, cuando empezó a mostrar en redes sociales sus bíceps con circunferencias fuera de lo normal. Para lograr ese aspecto, no recurrió al entrenamiento tradicional, sino a la inyección de sustancias como:
- Synthol, un aceite usado por algunos culturistas solo con fines estéticos.
- Vaselina y otros compuestos, que no están aprobados para uso subcutáneo ni mucho menos para fines cosméticos.
Estas sustancias no aumentan la fuerza muscular ni la salud del músculo. Su efecto es casi exclusivamente visual: el aceite se queda “atrapado” en el tejido, deforma la zona y genera el volumen exagerado que luego se ve en las fotos. Tereshin buscaba fama rápida, más seguidores y una imagen extrema que llamara la atención en internet, y lo consiguió: sus brazos lo convirtieron en meme, fenómeno viral y tema de debate sobre los límites del culto al cuerpo.
Pero el costo no tardó en llegar: el cuerpo comenzó a rechazar esa mezcla, y lo que al principio parecía solo una decisión arriesgada se transformó en un problema médico grave.
Lo oficial y lo que dicen las autoridades/La ciencia…
En los últimos años, distintos medios rusos e internacionales han reportado la evolución del caso. Hoy, el diagnóstico de Kirill Tereshin es alarmante:
- Presenta fibrosis, es decir, un endurecimiento anormal del músculo por la acumulación de material extraño.
- Sufre procesos de necrosis, donde partes del tejido se mueren y se descomponen.
- Arrastra una infección severa, con heridas abiertas que no cicatrizan y zonas donde el tejido está literalmente podrido.
Las imágenes que él mismo ha compartido en redes muestran bíceps “reventados”, con cavidades profundas y tejido dañado a la vista. Los médicos han advertido que el tiempo para controlar la infección es muy limitado: si las bacterias se extienden al resto del cuerpo, la situación podría volverse mortal.
Según los reportes, los especialistas han planteado varias cirugías complejas para intentar salvar sus brazos. Estos procedimientos incluirían:
- Limpieza profunda de las zonas afectadas.
- Retiro de la mayor cantidad posible de material sintético.
- Injertos de piel y cirugías reconstructivas.
Para ello se necesitaría un equipo de cirujanos vasculares, plásticos y reconstructivos. El problema es que, con la infección activa y sus análisis alterados, las operaciones no pueden realizarse todavía. Si el cuadro no mejora, la opción que queda sobre la mesa es la amputación de ambos brazos.
No es la primera vez que pasa por quirófano. En 2019 ya se sometió a una cirugía para retirar parte del tejido muerto y del aceite acumulado, tras recibir advertencias de que podía morir si no se intervenía. Sin embargo, el daño químico y la presencia prolongada de estas sustancias dejaron secuelas que hoy son muy difíciles de revertir.
En declaraciones recientes, el propio Tereshin ha reconocido que “cometió una estupidez” y que ahora está pagando las consecuencias. Su historia, que nació como una curiosidad de internet, se ha convertido en un caso extremo que médicos y especialistas usan como ejemplo de lo que nunca se debe hacer.
Precauciones, riesgos o cómo aplicarlo correctamente
El caso del “Popeye ruso” no es solo una anécdota viral: es una advertencia directa sobre los peligros de usar sustancias no autorizadas en el cuerpo. Los especialistas en cirugía plástica, medicina deportiva y dermatología coinciden en varios puntos clave:
- La vaselina, aceites industriales y mezclas caseras no son productos médicos. No están diseñados para inyectarse y pueden provocar infecciones, reacciones graves y muerte del tejido.
- El synthol y sustancias similares solo generan una ilusión de músculo. No aumentan fuerza, no mejoran rendimiento y sí aumentan el riesgo de complicaciones.
- Las inyecciones realizadas fuera de un entorno médico controlado, sin esterilidad ni supervisión profesional, abren la puerta a bacterias muy agresivas y a daños irreversibles.
Si una persona quiere transformar su cuerpo, los expertos recomiendan siempre:
- Optar por entrenamiento supervisado, nutrición adecuada y revisiones médicas periódicas.
- Consultar con especialistas acreditados si se piensa en algún procedimiento estético.
- Desconfiar de “atajos” ofrecidos en redes sociales, foros o por personas sin formación médica.
El caso de Tereshin también deja otra reflexión: hasta dónde puede llevar la presión por llamar la atención en internet. La búsqueda de likes y viralidad lo llevó a ignorar advertencias médicas y a poner en riesgo no solo su salud, sino su vida.
