El hígado graso, también conocido como enfermedad por hígado graso no alcohólico (MASLD), se ha convertido en uno de los trastornos hepáticos más comunes en el mundo. Una de las principales causas está relacionada con los hábitos alimenticios, según coinciden especialistas en gastroenterología y nutrición.
Varios estudios y profesionales en la materia han identificado cinco alimentos cuyo consumo frecuente puede empeorar esta condición y dificultar su tratamiento.
1. Bebidas azucaradas y jugos procesados
El consumo regular de gaseosas, bebidas energéticas y jugos industriales incrementa notablemente la acumulación de grasa en el hígado. La razón principal es su alto contenido de fructosa, un tipo de azúcar que el organismo procesa directamente en este órgano, lo que favorece la lipogénesis (producción de grasa).
2. Aceites vegetales refinados
Los aceites de maíz, girasol o soya contienen grandes cantidades de ácidos grasos omega-6, que en exceso pueden provocar inflamación hepática. Además, suelen estar presentes en productos ultraprocesados o en comidas fritas, lo que agrava aún más su impacto.
3. Carnes rojas y embutidos
Alimentos como el chorizo, tocino o carnes con alto contenido graso no solo aumentan los niveles de colesterol, sino que también favorecen el almacenamiento de grasa en el hígado. Especialistas indican que su consumo habitual puede acelerar el progreso de enfermedades hepáticas crónicas.
4. Comidas fritas y ultraprocesadas
Papitas, nuggets, empanizados y otros productos cocinados en aceites reutilizados están cargados de grasas trans, que son especialmente perjudiciales para la salud hepática. A esto se suma el contenido elevado de sodio, conservantes y aditivos artificiales que alteran el metabolismo del hígado.
5. Harinas y azúcares refinados
El pan blanco, pastas y productos de repostería industrial pueden parecer inofensivos, pero elevan el nivel de glucosa en sangre y fomentan la resistencia a la insulina. Este desequilibrio favorece el almacenamiento de grasa, especialmente en la región abdominal y el hígado.
Cambios en la dieta pueden marcar la diferencia para evitar daño en hígado graso
La buena noticia es que la enfermedad del hígado graso es reversible en etapas tempranas. Una alimentación basada en frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables, junto con actividad física regular, ayuda a reducir la grasa acumulada en el hígado y mejorar su funcionamiento.
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