El telescopio espacial europeo Gaia, uno de los instrumentos más revolucionarios de la astronomía moderna, fue oficialmente desactivado este jueves 28 de marzo por la Agencia Espacial Europea (ESA), tras más de una década de observaciones que transformaron el conocimiento sobre nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Lanzado en diciembre de 2013 desde el puerto espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, Gaia tenía la ambiciosa misión de crear el mapa estelar más completo y preciso jamás realizado. Y no solo lo logró: lo superó ampliamente.
Durante sus casi 12 años de funcionamiento, este “ojo galáctico” orbitó a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el punto de Lagrange L2, donde también operan otros telescopios como el James Webb. Desde allí, registró las posiciones y movimientos de más de 2.000 millones de estrellas, asteroides, planetas, cometas, cuásares y otros objetos cósmicos.
Un legado para las próximas generaciones de astrónomos
La información recopilada por Gaia no solo permitió crear un catálogo tridimensional de la Vía Láctea, sino también descubrir la historia de su formación, su evolución y su estructura actual.
Entre sus hallazgos más destacados constan la identificación de grupos de estrellas primitivas en el núcleo de la galaxia, con más de 12.000 millones de años de antigüedad.
También, evidencias de cómo la Vía Láctea creció al absorber otras galaxias, como Gaia-Encelado, hace unos 10.000 millones de años. Y el rastreo de la interacción actual con la galaxia enana de Sagitario, que aún sigue siendo absorbida.
Además, el telescopio detectó más de 150.000 asteroides, varias docenas de agujeros negros y más de 380 cuásares con lentes gravitacionales, abriendo nuevas puertas al estudio del cosmos profundo.
Un apagado minucioso y una órbita de retiro
El apagado de Gaia fue coordinado desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), en Alemania. Allí, los ingenieros enviaron los últimos comandos para desactivar sus sistemas, dañar intencionalmente su software a bordo y enviar la nave a una órbita de retiro alrededor del Sol, a más de 10 millones de kilómetros de la Tierra. Esto garantizará que no interfiera con otras misiones activas.
“Las naves espaciales están diseñadas para que no se puedan apagar fácilmente”, explicó Tiago Nogueira, ingeniero de operaciones de la ESA. “Es muy difícil desconectarlas”.
Aunque Gaia ya no está operativo, sus datos seguirán siendo una mina de oro científica durante décadas. Se espera que la ESA publique en 2026 su cuarto catálogo del cielo y, para 2030, el compendio final con los 10 años y medio de observaciones.
Con información de AFP y ESA