Aunque mantenerse hidratado es esencial para la salud, consumir agua en exceso puede ser perjudicial, advirtieron especialistas. El exceso de líquidos en el cuerpo puede diluir los niveles de sodio y otros electrolitos esenciales en la sangre, una condición conocida como hiponatremia o intoxicación por agua. Este desequilibrio, aunque poco común, puede ser extremadamente grave, ya que puede causar inflamación cerebral, convulsiones, coma e incluso resultar fatal en los casos más severos.
La hiponatremia suele ocurrir cuando los riñones, que tienen la capacidad de procesar hasta un litro de agua por hora, no logran equilibrar los niveles de electrolitos debido a un consumo desmesurado de líquidos en poco tiempo. Colleen Muñoz, directora del Hydration Health Center de la Universidad de Hartford, subrayó que muchas personas, por temor a la deshidratación, adoptan la práctica de beber agua en exceso de manera innecesaria.
Los síntomas de este trastorno, como náuseas, dolores de cabeza y confusión, pueden confundirse con otras condiciones como el golpe de calor, lo que dificulta su diagnóstico temprano.
Para prevenir complicaciones, las recomendaciones oficiales del Instituto de Medicina de Estados Unidos sugieren una ingesta diaria de líquidos de 2.7 litros para mujeres y 3.7 litros para hombres, teniendo en cuenta no solo el agua, sino también otras bebidas y alimentos. En casos leves de hiponatremia, limitar la ingesta de agua por debajo de un litro al día puede ser suficiente para estabilizar los niveles de sodio, mientras que los casos más graves podrían requerir tratamiento médico con soluciones salinas intravenosas.
Además, los expertos destacan que las necesidades de hidratación varían según la edad, el nivel de actividad física y el clima. Para quienes realizan ejercicio intenso o sudan mucho, es fundamental reponer no solo agua, sino también electrolitos perdidos, ya sea a través de bebidas deportivas o alimentos con alto contenido de sodio. Mantener un equilibrio adecuado entre agua y electrolitos es clave para evitar consecuencias graves, especialmente en climas cálidos o durante actividades físicas intensas.