El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha presentado una innovadora rodilla biónica que podría transformar por completo la rehabilitación de personas amputadas por encima de la rodilla. Este avance combina neurociencia, robótica e ingeniería para lograr una prótesis que se comporta y se siente como una pierna real.
Conexión directa entre cerebro, músculo y prótesis
A diferencia de las prótesis convencionales, este sistema se integra directamente al hueso del fémur mediante una varilla de titanio. Además, incorpora 16 electrodos en los músculos residuales del muslo, lo que permite que la prótesis reciba señales neuronales reales del cuerpo.
La tecnología emplea un método quirúrgico conocido como AMI (interfaz mio-neural agonista-antagonista), que recrea el funcionamiento natural de los músculos opuestos que controlan el movimiento. Gracias a esto, los usuarios no solo controlan la pierna con mayor precisión, sino que también experimentan sensaciones reales de posición y movimiento, incluso con los ojos cerrados.
Movimiento más natural y menor riesgo de caídas
En pruebas clínicas, las personas que utilizaron esta rodilla biónica lograron caminar más rápido, subir escaleras con mayor facilidad y mantener el equilibrio en terrenos irregulares. También reportaron menos caídas, más confianza al moverse y una percepción corporal más completa.
Los investigadores afirman que este avance no solo mejora la movilidad, sino que reduce el dolor y previene la atrofia muscular, ya que los músculos continúan trabajando de manera activa.
Un nuevo estándar en prótesis inteligentes
El desarrollo liderado por el Dr. Hugh Herr —él mismo amputado y pionero en biomecatrónica— representa un paso clave hacia una integración total entre cuerpo y tecnología. Para muchas personas, esta rodilla no será solo un dispositivo, sino una extensión real del cuerpo, capaz de restaurar tanto la función como la sensación.
El MIT espera avanzar hacia ensayos clínicos más amplios y, eventualmente, hacia la aprobación regulatoria. Aunque aún está en fase experimental, se estima que esta tecnología pueda estar disponible al público en los próximos cinco años.
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