domingo, 27 julio 2025
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Un hombre decide morir a sus 36 años tras adquirir una bacteria en una piscina

Javier Acosta. Foto tomada de su cuenta de Facebook.

La opinión pública colombiana se ha conmovido con la historia de Javier Acosta, un hombre de 36 años que decidió solicitar la eutanasia después de años de lucha contra una grave infección causada por la bacteria Candida auris. Esta peligrosa bacteria ingresó a su cuerpo hace cinco años tras meterse a una piscina durante un paseo con amigos en Melgar, Tolima, y desde entonces ha destruido varios de sus tejidos, contaminado su sangre y generado múltiples complicaciones de salud.

Efectos de la bacteria en su cuerpo

Acosta relató en diversas entrevistas cómo la infección comenzó con una pequeña llaga en el glúteo izquierdo, que rápidamente se extendió al resto de su cuerpo. A pesar de varios tratamientos e intervenciones, la bacteria continuó su avance, afectando incluso la parte posterior de su cerebro, lo que amenazaba su capacidad para hablar. Además, los médicos detectaron cáncer en su sangre, complicando aún más su situación.

Candida auris.

En sus últimos mensajes, Javier expresó su agradecimiento a su familia y amigos por el apoyo recibido durante este difícil proceso. Aunque la decisión de someterse a la eutanasia fue dolorosa, Javier siente que es la mejor opción para poner fin a su sufrimiento. «No es fácil tener una infección así. Pero no puedo más», declaró. También dejó un mensaje lleno de humor y cariño, prometiendo «jalar las patas» a los jugadores de su equipo favorito, Millonarios, desde el cielo.

La eutanasia de Javier Acosta está programada para el 30 de agosto en Bogotá. Su historia ha generado una gran respuesta de solidaridad en redes sociales, donde cientos de personas han mostrado su apoyo y comprensión.

La eutanasia en Colombia

En Colombia, la eutanasia es legal desde 1997 para pacientes adultos con enfermedades terminales. En 2021, la Corte Constitucional amplió este derecho para incluir a menores de edad con capacidad de decisión informada y con el consentimiento de sus padres o tutores. La decisión de Javier resalta la importancia de este derecho en casos de sufrimiento prolongado y enfermedades incurables.

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