La velocidad con la que comemos puede tener implicaciones y consecuencias significativas para nuestra salud, a menudo ignoradas o subestimadas.
Comer a gran velocidad es una práctica común que muchos adoptan sin reflexionar sobre sus riesgos. Sin embargo, la ciencia está comenzando a revelar los peligros asociados a este hábito.
De acuerdo con Sai Krishna Gudi, investigador de la Universidad de Manitoba en Canadá, no existe un número claro sobre el tiempo ideal para una comida, ya que depende del tipo de alimento que se consuma.
No obstante, entre 10 y 20 minutos se considera generalmente un tiempo adecuado para comer. Menos de 10 minutos es considerada una comida rápida y más de 20 minutos un ritmo más lento y saludable.
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¿Cómo saber que comemos rápido?
La nutricionista Reema Pillai explica que algunos signos son evidentes cuando se come rápidamente. Estos incluyen:
- Terminar las comidas en menos tiempo que los demás.
- Sentir hinchazón estomacal después de comer.
- Percibir que se ha comido en exceso.
- Tener apetito poco después de la comida.
Estas señales indican que el cuerpo no ha tenido suficiente tiempo para procesar la comida, lo que puede desencadenar una serie de problemas.
La indigestión es uno de los efectos inmediatos más comunes de comer rápido. Aunque un estudio no mostró una relación directa entre la velocidad de la comida y el reflujo gástrico, comer rápidamente se ha asociado con la hinchazón y la formación de gases.
Factores como el estrés y el tipo de alimentos consumidos también influyen en este fenómeno.
Aumento de peso por comer rápido
Uno de los hallazgos más significativos proviene de un estudio realizado por Toshiaki Ohkuma, de la Universidad de Kyushu, Japón.
En su meta-análisis de 23 estudios, Ohkuma descubrió que comer rápidamente está asociado a un índice de masa corporal (IMC) más alto.
En promedio, los que comían rápido tenían un IMC superior comparado con aquellos que comían a un ritmo más lento. Además, más del doble de posibilidades de desarrollar obesidad.
Ohkuma advierte que este aumento de peso relacionado con comer rápidamente es alarmante, ya que la obesidad está vinculada a diversas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión, la síndrome metabólica y enfermedades cardiovasculares.
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