Un pequeño asteroide, que los astrónomos no vieron venir, sobrevoló nuestro planeta a una distancia menor que la de muchos satélites en órbita.
El objeto, bautizado oficialmente como 2025 TF, cruzó silenciosamente el espacio aéreo de la Antártida el pasado 1 de octubre, ubicándose a tan solo 428 kilómetros de la superficie terrestre.
Para entender la magnitud del susto, la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó que el asteroide pasó dentro de la órbita habitual de la Estación Espacial Internacional (EEI), que se mantiene entre los 370 y 460 kilómetros. Este sobrevuelo se convierte en el segundo mayor acercamiento registrado de una roca que logró evitar el impacto.

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El asteroide invisible
Lo más impactante de este evento no fue su cercanía récord, sino el hecho de que el mundo se enteró tarde. Los astrónomos no detectaron el asteroide sino hasta horas después de su sobrevuelo, cuando los datos del programa estadounidense Catalina Sky Survey revelaron su trayectoria.
Según Science Alert, el primer reporte formal llegó desde el Observatorio Kitt Peak-Bok en Arizona, cerca de seis horas después de que el objeto ya había pasado.
Inmediatamente, se desató una intensa carrera contra el tiempo para trazar su órbita con precisión. Astrónomos de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA utilizaron el telescopio del Observatorio Las Cumbres en Australia para confirmar el recorrido, demostrando la complejidad de rastrear una roca tan pequeña en la inmensidad del espacio.
¿Amenaza significativa?
Si bien la cercanía genera temor, los expertos aseguran que el 2025 TF no representó una amenaza significativa. Con un diámetro estimado de apenas 1 a 3 metros –similar al tamaño de un automóvil pequeño–, los científicos explican que, de haber entrado en nuestra atmósfera, probablemente se habría desintegrado por completo, ofreciendo un espectáculo de «bola de fuego» sin causar daños.
Tal como bromeó Science Alert, el único que podría haber encontrado restos del evento sería “algún pingüino curioso” en la Antártida.
Curiosamente, el espacio nos dio un susto doble. Apenas un día después, el 2 de octubre, astrónomos del Observatorio Mount Lemmon en Arizona detectaron otro asteroide, el 2025 TQ2, que pasó por debajo de la Tierra a unos 4.851 kilómetros sobre Canadá. Aunque más lejos que su predecesor, esta distancia sigue siendo menor que el propio diámetro de nuestro planeta.

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